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Si bien las pericias van confirmando que la de Ciro Castillo habría sido
una muerte accidental, muchos no le perdonan a Rosario Ponce el haber
sobrevivido a la montaña. |
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Las primeras páginas de un libro sobre un caso que se volvió un fenómeno social. | | |
Decidida a contar su verdad, Rosario comenzó a escribir sobre su
experiencia en la montaña y la frustración ante las precoces acusaciones
en su contra. El texto, que hasta el momento tiene ocho páginas fue
enviado a medios internacionales, entre ellos CNN, Univisión y
Telemundo, quienes ya han contactado en ella.
Según contó a
CARETAS, este texto será el inicio de un libro que piensa escribir con
detalles inéditos de las peripecias que vivió para sobrevivir al Bomboya
y que ya cuenta con el interés de varias editoriales.
CARETAS publica en exclusiva extractos de los escritos de Rosario Ponce.
"Esta aventura que viví en el Colca fue desafortunada, ya que
emprendimos el viaje junto con mi compañero, amigo y enamorado Ciro
Castillo Rojo García Caballero y de la cual sólo yo hasta el momento he
sido rescatada.
Cada día y noche en la oscuridad y soledad de la
montaña le agradecía a Dios por el día que me había regalado, porque mis
fuerzas no se desvanecieran. Y le rogaba indesmayablemente para que al
día siguiente me rescataran. Le rogaba para que me protegiera porque
estaba en esta agreste e infinita montaña llamada Bomboya.
Diariamente,
desde el lugar donde me encontraba, gritaba por ayuda, gritaba el
nombre de Ciro. Mi voz no descansaba durante el día a pesar de que no
tenía la seguridad de que me escucharan al otro lado del río Colca.
Pero
la voluntad y las ganas de sobrevivir me llevaban a soportar días con
sol intenso, durante los cuales, a falta de agua, tuve que tomar mis
propios orines. Días durante los cuales sabía que tenía que cuidar mi
salud si quería salir de esa montaña con vida. Y de las interminables
noches durante las cuales tuve que recurrir al ingenio para abrigarme
con las mantas que guardaba en la mochila, protegiéndome y evitando
mojarme. Así logré capear las noches más frías que hasta ese entonces
había sentido. La lluvia y el granizo traían para mí momentos
esperanzadores, ya que esa agua era mi único sustento durante los días
que me encontré perdida en el lugar que luego se bautizó con el nombre
de “zona de las mochilas”.
Trataba de encontrar soluciones a la
situación, de sacarle una sonrisa al sufrimiento. Pude ver lo enorme e
imponente que era la montaña, pude ver bailar a los cóndores en el cielo
y verlos regresar por las tardes antes que la neblina cubra este
hermoso valle.
El 10 de abril, y con el recuerdo de una promesa
hecha en Lima en los primeros días de marzo a mi hijo Santiago, esa
estrellita que me acompañaba diariamente, y tras varios días de solo
alimentarme a base de agua y hormigas, que fue la peor comida, ya que
era demasiado astringente, decidí ir en busca de “mi casa”, que para mí
significó seguir caminando hasta encontrar ayuda, hacer lo imposible por
llegar a algún lugar donde hubiera agua y comida.
No sabía en qué
parte de la montaña ni en dónde me encontraba, lo único que sabía era
que tenía que caminar, cuidarme físicamente ya que una caída
significaría que no podría seguir caminando (…) pero no tenía idea de
cuántos días me llevaría llegar a “mi casa”, pero no me detendría.
Y
fue así que caminé hasta el día miércoles 13. Aproximadamente a medio
día me rescataron. Recorrí los parajes más complicados y hermosos que
haya podido observar. Es así como yo, Rosario Ponce, una chica de 24
años, hice todo lo imposible para cumplir una promesa. Me puse al límite
y logré salir viva. Di todo de mí porque sabía lo mucho que valía y que
me esperaban en casa. Dios me dio una oportunidad más de vida y le doy
gracias.
Me gustaría contarles que lo más difícil ya había pasado
el día que me encontraron, pero no es así. Esta historia recién
empezaba. Los últimos seis meses han sido de intenso sufrimiento y
dolor. En realidad me faltan palabras para explicar los extraños
sentimientos que llevo dentro y que han ido surgiendo en el transcurso
de estos meses, ya que es incomprensible que en mi país una persona no
pueda tener el derecho, la voluntad y la fuerza de sobrevivir a un clima
difícil, a una geografía agreste como es la del valle del Colca.
Yo
pienso que sobrevivir, que vencer a esa montaña es un logro que debería
ser reconocido y no transformarlo en lo que es ahora, una novela que
vende capítulo tras capítulo. Durante estos meses han tratado de negar
algo que yo he vivido, pero yo les digo basta, nadie podrá quitar ni
borrar de mi cabeza lo que yo he vivido.
En el momento que me
rescataron nunca pensé seguir viviendo una pesadilla día tras día.
Lamento con tristeza que en mi país no se valoren los logros que he
hecho como mujer, madre e hija.
Jamás olvidaré esta experiencia,
ya que aprendí a valorar el día a día. Los días ya no son iguales a los
de antes. Ahora cada minuto y cada hora son importantes, cada logro
obtenido, así sea el mínimo importa, porque eso indica que me estoy
recuperando poco a poco. También sé que ser madre es lo más importante,
sobre todo porque los hijos, a pesar de los errores que cometamos,
estarán siempre orgullosos de nosotras, siempre con una sonrisa amplia y
con los brazos extendidos esperando una caricia. Sé que la familia a
pesar de que la defraudes, estará ahí para darte el hombro, así sea para
llorar o como muleta para seguir adelante. Ahora sé que continuaré
andando.
Por el momento me encuentro gateando en mi recuperación,
pero pronto me verán caminando y les aseguro que en un futuro no muy
lejano estaré corriendo, con la ayuda de los míos y de Dios”. (Escribe: Rosario Ponce)
Fuente: Caretas