En los últimos meses, los servicios sociales de Grecia registraron un fuerte incremento de casos de niños que son dejados por sus familias en orfanatos, porque ya no pueden alimentarlos. Son escenas desgarradoras.
Un artículo del diario I Kathimerini, reproducido por Courrier International, recoje varios ejemplos de los pequeños grandes dramas que la crisis de este país miembro de la Unión Europea está desencadenando a diario.
"Los niños no gritan, no lloran. Se quedan plantados frente a la puerta hasta que la sombra de su madre desaparece", cuenta conmovida Marina, empleada desde hace 19 años de un centro para niños carenciados. "Cuando hay hermanitos, no podemos separarlos
de inmediato. Sobre todo, la primera noche. Los ponemos en camas
distintas y los encontramos a todos en la misma unos instantes después, abrazados, para estar seguros de no perderse".
Son familias que han caído en un pozo económico tras perder el
trabajo y que sienten que ya no pueden ocuparse de sus hijos. "Hasta
hace apenas dos años, el 95% de los casos en nuestros centros eran de
menores maltratados", explicó Marina al diario. "Ahora, en cambio, la mitad de los pedidos vienen de padres muy pobres. Ocho de cada diez son familias monoparentales que no tienen a otros parientes cerca".
La descripción que hace esta trabajadora social del mecanismo de "abandono" es desgarradora: "Casi siempre, los niños vienen con su madre. Ella les muestra la habitación, la cama y me presenta. Luego se va diciendo 'te quiero'
y el niño se queda pegado a la puerta viendo cómo su mamá se aleja",
cuenta con los ojos llenos de lágrimas. Otra mujer le decía a su hija,
en la puerta del hogar: "No creas que mamá no te quiere. Te adora, pero no tiene con qué alimentarte. Acá hay gente buena, ya vas a ver".
Los hogares donde quedan estos menores no están destinados a este
tipo de situaciones. Se supone que una familia pobre es asistida por los
servicios sociales para mantener a sus hijos. Pero las carencias
materiales van destruyendo los hogares de estos niños, como lo demuestra
el caso de una pequeñita de 3 años que llegó al hogar sabiendo apenas
15 palabras. No tenía ningún problema físico. Su padre trabajaba todo el
día en la construcción y su madre era discapacitada. Durante todo el
día, nadie le hablaba y por eso no aprendía el idioma.
Pese a todo lo que ha vivido, Marina asegura no poder entender cómo
una mujer, sosteniendo la mano de su hija, puede explicarle que la va a
abandonar.
En una escuela de un suburbio de Atenas, una niña esperó en vano que
su madre la viniera a buscar. Las autoridades del establecimiento
descubrieron luego que la pequeña tenía una nota en el bolsillo que
decía: "Anna, esta noche no vendré a buscarte. No tengo dinero, no puedo cuidarte. Perdón. Tu mamá". Y no se trata de un caso aislado. Son los huérfanos de la crisis.
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